Pronto se acerca el día de San Valentín, así que quise escribirles algo verídico que pone al descubierto la versatilidad y la magia del “amor”. Además quise que esto saliera publicado en el blog ESOEZ, para que vean que hay una amistad y no una competencia sucia de quién tiene más ratings. En un blog como este con olor a peo y a “crico” yo me siento en casa. Gracias ESOEZ por dejarme publicar esto aquí y por los 200 latas de “corned beef” que me diste a cambio. Con esas latitas, podré al fin llevar a cabo con elegancia una noche de sexo puerco con una mujer velluda rellena de carne “beef”. ¡Qué rico! #golden
Antes de continuar quiero hablarles brevemente sobre el amor. El amor es sinónimo de nobleza, sexo, abrazo, beso negro, Sad Sam, cajas de postales de Walgreens, chocolates, fresitas (piensa en la cara de Alejandro García Padilla riéndose por que perdió las elecciones), superación, futuro, esperanza, rojo, dinero, sexo anal y fuegos artificiales. El amor es una señal eléctrica que nace (al menos en los hombres) por las bolas, específicamente en la punta del #bichovenoso (la popeta, el corazón masculino).
En las mujeres, se origina en el cerebro, por eso es que son tan difíciles de entender. A mi me hubiese gustado que el amor en las mujeres se originara en las tetas, pero pues, la naturaleza tiene sus razones. Además de mi, mucha gente confunde estas diferencias por lo que se ha originado duelos a muerte en los comedores escolares, las cafeterías, plazas municipales, playas y vertederos del país entre hombres y mujeres que dicen defender la pureza de la definición del amor basándose en la experiencia y la lectura pornográfica (novelas latinoamericanas). Toman de partida el origen y que lo provoca. Y es aquí donde está el asunto. Pues, con el fin de acabar con este debate, a esa gente les digo: “Cabrones, están mal. Sí es claro que el amor es un sentimiento, pero cada sexo lo registra diferente así que no me vengas a dar cátedra del amor porque al fin y al cabo eres otro pendejo más.” (voz de @nerdote chupando limbel)
Sacando ese dilema de paso, comencemos con mi memoria...
***
Hace varios años atrás, tenía que viajar diariamente de Bayamón a San Juan a llevar unos sacos de arena y piedra en mi Mercury Marquis del `86 para un proyecto de construcción. Era el principio de este siglo y ese carrito todavía daba fuete. Era viejo con cojones, estaba to’ chocao’, el cristal de al frente roto, el aire no funcionaba, tenía los asientos rotos, tenía un sticker de Bad Boy y los asientos de atrás apestaban a meao de baño del Canton Mall. Menos mal que el radio funcionaba pero solamente se podía escuchar SalSoul 98.5FM. Aun así, era mi carro de trabajo y con esto iba de camino a llevar unos sacos de arena y piedra guardados en el baúl. Prefería irme por la autopista para llegar más rápido (y evitar el cabrón tapón de la #2) por lo que no tenia opciones de pasar por el peaje de Buchanan.

Un día de esos, paso por el peaje y la muchacha que me atiende me tocó sin querer la mano izquierda cuando intentaba extender el peso para entregárselo. Se echo a reír tímidamente. Le empiezo a sacar conversación preguntándole dónde quedaba el Burger King más cercano y ella tímida no me contestaba. Se estaba sonriendo. Me miró a los ojos y me dio el cambio, echo las pesetas en la canasta y me dijo: “Pasa por este peaje mañana, que te voy a dar un regalito”.
De camino a San Juan en lo único que pensaba era en esa mujer y en la magia del amor. Pensaba en su cutis, en sus tetitas pequeñas pero chéveres, en su pelo lacio y largo con moño, en su uniforme oficial, en su suave y extraña voz, en su sonrisa. Al llegar a casa me puse a escribir en mi diario las cosas que sentía, un amor bien raro por alguien desconocida. Me estaba enamorando ciegamente. Dicen que estos son los amores que cuando se materializa la relación dura para siempre.
Al otro día, me preparo bien. Mientras me duchaba practicaba lo que tenía que decirle cuando la viera (si es que la veía). Sólamente desayuné conflei con guineo y un mofonguito que sobró del día anterior, algo que era raro para mi pues un desayuno tradicional consistiría de hamburgers, burritos, pizzas y papas majadas con gravy y una chuletita por el lao’. Me monto en el carro y lo sigo para la autopista. Diez minutos mas tarde, veo el peaje donde pasé el día anterior y voy alineando el carro en esa fila. Pasan los minutos pues el tapón era descomunal. Yo era el penúltimo carro. Me toca al fin a mi, apago el radio y bajo el cristal.
Ella me dice al verme: “Hola, te tengo un CD que quiero escuches y cuando pases mañana quiero que me digas que sentiste”. Mientras me daba cambio le dije: “Sabes que te ves hermosa. No tengo que decírtelo pero leí en el periódico que a las mujeres le gusta que se lo digan mucho.” La muchacha no me contesta, pero sonríe. Me da el cambio y me dice “Te espero mañana, lindo. ¡Ciao!”.
Cuando una mujer usa la palabra ¡Ciao! eso me pone bien bellaco. En el camino a San Juan tenia la pinga tan pará que me daba miedo que se me rompiera el mahon. Tuve que abrirme el zipper y sacármelo por fuera para que el bicho estuviera en armonía conmigo y no me diera blue balls. ¿Qué vería ella en mi? Yo soy gordito, en la escuela me ponían apodos, tales como “foca pelúa”, “Don Francisco”, “tetón”, “gordo cabrón” y “cagón”. Me alegraba saber bien que existe una mujer que ve en mi algo mejor, que puede ver mi corazón tal como es.

Cuando llego a casa, voy corriendo a mi cuarto a poner el CD en mi radio. Eran canciones de Raúl Di Blasio, Lou Briel, Ednita, Chayanne, Jon Secada, Wisin y Yandel… canciones románticas todas hablando sobre amores prohibidos y mágicos. Dejo el CD corriendo mientras me voy al baño a dar una senda cagada de proporciones prehistóricas, cuando de repente empiezo a escuchar que la última canción del CD no había nada. No había audio. Estaba vacío, pero se escuchaba estática. Trato de limpiarme lo mas rápido que pude (bien probablemente no me limpié bien porque al rato sentí piquiña en el culo y por detrás de las bolas) para ver qué estaba pasando. Al instante de entrar al cuarto comienza escucharse la muchacha hablando. No recuerdo todo el mensaje, pues el CD lo rompió Moco Parte 2, pero sí recuerdo las siguientes palabras que marcaron mi vida para siempre:
“Hola, me llamo María, antes me llamaba Mario. Soy transexual, espero no te asustes con eso. Vi en ti un chico comprensivo. No se quién eres, pero quiero que sepas que al verte pasar por el peaje con ese carro viejo algo me enamoró de ti. No te sientas cohibido, atrévete a salir conmigo. Este es mi teléfono…. Me gustaría que saliéramos un día. Ciao.”
Silencio absoluto por 10 minutos. (En mi mente)
Pánico. Miedo. Frío. Fue lo que sentí.
Asco. Vómito. Encabronamiento sin destilar. Fue lo que sentí después.
La tipa era un tipo. Para que me entiendas bien: la tipa tiene (o tenía) bicho, bolas, matraca, batata, Christian Ortega, macana, mazorca, pene erecto, brazo de bebe, burrito de mierda. ¡Fooooo! ¡Puñeta! ¡Gracias a Dios que no me masturbé pensando en eso!
Me sentí tan depresivo que esa noche dormí en un sleeping bag en el patio y me castigué comiendo “una ensaladita light”. Me sentía tan sucio, violado, que no podía descansar. Tenía esa sensación que le da a la gente buena cuando hacen algo bien malo… algo satánico… y la conciencia te quiere comer vivo. Sentía que iba a llegar la policía a arrestarme por necrofilia. Al otro día, desperté más encabronado porque las hormigas me picaron la cara y tenia sangre saliéndome por los ojos. Pero, ¡que se joda! Me di a la tarea de volver a pasar por el peaje y ver si estaba allí. No me puse lindo un carajo, desayuné mucho como bestia africana, me puse un granito de arroz a propósito en la nariz para provocar asco de los que me hablaran y lo seguí a las millas de chaflán pal peaje. Bien encabronao… como gordito de escuela elemental cuando un “bully” le tumba la bandeja de comida.
Voy aproximándome a la ventanilla donde “el mujer” se encontraba. Tenía una ansiedad cabrona, quería sacarme el coraje acumulado por dentro, unas ganas cabronas de quemar tres Mitsubishi. Yo era el segundo carro en fila. Ansiedad. Lentitud cabrona. Un sol jodiéndome en los ojos. Estaba próximo a tocarme. ¡Ahora es que es! Bajo el cristal del carro y le digo…
Fin.
About The Author
Manny Cólon (
@MannyColon) es el creador de
Memorias de un Cabrón Confundido (Md1CC). Esta mierda de blog narra de una forma cómica y explícita la subconsciencia cafre del puertorriqueño. Manny también es el editor de
@MannyNewsPR, el único noticiero decente y verídico de Puerto Rico.
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